Ya tengo trabajo!!

Hoy después de mucho deambular... ¡Ya tengo trabajo!
Sólo quien lo ha vivido en carne propia (sin seguro de desempleo) sabe lo que es ver pasar las horas y los días, mirando el techo, urgándose el ombligo, rezando a dios y a todos los santos, buscando y pidiendo. Llegar a otra entrevista de trabajo con los pies hinchados, los ojos cansados y el alma triste... Los primeros días, te llenas de motivación y conforme pasan los días, los meses... el espíritu decae y empiezas a pensar que "de verdad" no sirves, que quizá estas llena de ínfulas y no eres nadie ni mereces nada. Te lo empiezas a creer y los que te entrevistan lo perciben... No eres nadie.
Y un día, casi cuando todo estaba más oscuro y de verdad empezabas a perder la fé: Te llaman, vas a la segunda entrevista (otra) y empiezas a ver un "si" en el horizonte, pequeño, pequeñito; no quieres hacerte ilusiones (más) porque sabes bien lo que es perderlas. Pero ese "si" pequeñito empieza a crecer y es un SI a viva voz cuando -entre sonrisas- preguntas ¿entonces, es un trato? y estrechas la mano cerrando así "el negocio".
He tenido épocas difíciles, se lo que es no tener trabajo y no se lo deseo a nadie; me sentía humillada, frustrada, aburrida, desesperada... Esta vez, me tocó quedarme sin trabajo estando casada ¡qué difícil dios mío! Por mi cabeza pasó de todo, no me atrevía a pedirle dinero a mi marido (me tragué muy bien el cuento -machista- de la liberación femenina). Yo pensaba ¿pero quién es este hombre para darme dinero? ¿qué vínculo nos une? ¡no es mi papá! Todos y todas me decían: ¡Es tu esposo! y si es mi esposo pero por qué tengo que recibir dinero de él?... Me sentía casi casi como una puta, cabeza abajo, esmerándome en complacerlo, me convertí en el ama de casa perfecta, me convertí en eso de lo que siempre renegué. Con muchísima vergüenza y sólo cuando me quedé sin un centavo qué rascar (y las chambitas dejaron de llegar), abrí la boca y le pedí dinero ¡qué profundo dolor!
Hoy el vuelto a sonreír! Hoy he vuelto a creer en mí misma y entiendo las palabras sabias de mi madre: Todo pasa por algo! Y si, creo que conseguí el mejor trabajo que podía conseguir, en un buen lugar, buen sueldo y con "cierta" seguridad (nunca se sabe...) Hoy puedo volver a mirar a mi marido a la cara, puedo mirar al mundo de igual a igual y decirle: No me venciste, estoy de regreso! Gracias a Dios aún no tengo hijos qué mantener, y las cosas en casa aún no exigían mi "contribución". Es terrible no tener trabajo, el trabajo dignifica al hombre, si... lo comprobé... ya después vendrán las quejas por los jefes, los "abusos", las jornadas y todo lo demás. Pero sabré que a fin de mes llegará a casa el dinero que tanta falta hace para poder vivir!
Lu*
1 comentario
pachu -
q grande!!!
eso ya se sabe... q sos grande!!!
te quiero...
pasa por el mio y comenta culo inquieto...